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Granada

domingo, 13 de diciembre de 2009

Seco de Lucena Escalada,Francisco








Nuestro personaje nació en Ceuta, en 1867, plaza donde estaba destinado su padre, Manuel Seco Escalada, que era militar. La enfermedad de su madre hizo que la familia se trasladase a Sanlúcar de Barrameda, donde tenían parientes, en busca de mejores aires. Era el menor de tres hermanos, siendo el mayor Luis, el arabista y periodista fundador del periódico «El Defensor de Granada», con quien se llevaba diez años. Un nuevo traslado, esta vez por enfermedad del padre, les lleva a Sevilla, desde donde, tras la muerte de éste, y por iniciativa del hermano mayor, Luis, la madre y los tres hijos, Luis, Angeles y Francisco, de veinte, quince y diez años, respectivamente, se instalan definitivamente en Granada, concretamente en el número 9 de la calle Lucena.


La influencia y tutela de su hermano mayor durante los años de adolescencia y juventud fue decisiva para orientar sus futuras actividades. Luis ya se había destacado en Sevilla como joven y culto periodista, universitario y pintor, y su consagración definitiva llegó con la fundación del nuevo periódico» El Defensor de Granada», con la financiación y el apoyo valioso de José Genaro Villanova, rico empresario y político granadino.


En aquellos primeros años granadinos, Francisco contó con la amistad de un personaje que iba a convertirse en símbolo de una Granada romántica y soñadora: Ángel Ganivet García. Juntos estudiaron el Bachillerato y la carrera de Derecho y aunque el escritor se marchó a Madrid, mantuvieron siempre su amistad. Paco Seco fue el autor del prólogo a la última de las obras de Ganivet, «El escultor de su alma» cuyas cuartillas le remitió poco antes de morir. Dicho texto expresa muy bien cómo había llegado al corazón de su amigo, descubriendo en él las más íntimas motivaciones, matizadas de un cierto misticismo, y «su labor interna de autocreación y de robustecimiento moral». La obra se editó en Agosto de 1904. De alguna manera sus destinos se asemejan, pues si Ganivet murió a los 33 años en 1898, Francisco murió a los 37 en 1904.


Junto a su hermano Luis, en «El Defensor» Paco Seco se inició pronto en el oficio periodístico y en las tareas de redacción, demostrando su fluidez con la pluma. Allí empezó a publicar sus primeros artículos sobre temas de la Historia de Granada, como por ejemplo el que tituló «Arte y Ornato» o sobre la insurrección morisca en la Alpujarra, un tema que siempre le fascinó, sobre todo la figura de Muley Hacen, tanto que planeaba escribir una tragedia sobre este personaje.


En el periódico tenía a su cargo la organización interna del trabajo de la redacción, como redactor jefe, mientras su hermano se dedicaba a tareas externas de relaciones con la sociedad. Además escribía sobre política, arte, literatura, toros, espectáculos y lo que hiciera falta. Luis llega a decir que era inevitablemente el que cargaba «con cuantos embolados se presentaban». Utilizaba heterónimos, como «Paquiro», cuando escribía sobre toros, o «Don Pascual», para críticas de arte y teatro.


Además, cultivó con gran maestría la poesía satírica. Fue director de «El Defensor» en 1898. Pero la cualidad que le hizo destacar de manera determinante, orientando su futuro, fue la oratoria, una habilidad que ejercitó, tanto en el foro, abogado brillante, como en sus discursos políticos. Se calcula que llegó a pronunciar más de cien discursos, pero como muchos de ellos los preparaba mentalmente, sin escribirlos, aunque no por ello menos correctos y bien estructurados, no están recogidos en ninguna publicación. Uno de los más celebrados fue el que ofreció cuando todavía era un joven y prometedor abogado en el Paraninfo de la Universidad, sobre «El concepto jurídico de la guerra» en 1891, un tema que trató en otras ocasiones, con una postura anti belicista.


Su prestigio en el ámbito jurídico también fue grande, fundado en su eficacia, como secretario de la Academia Jurídico Literaria, institución que contribuyó a crear, y que comenzó sus sesiones el 27 de Marzo de 1892. Sus intervenciones en los juicios eran comentadísimas, hasta el punto que circulaban sus informes forenses entre los profesionales de la abogacía, por su precisión jurídica y llegaban a tener repercusión en la prensa madrileña.



La inclinación por la política le llevó a defender el Regionalismo, como propuesta. El 6 de Enero de 1898 ofreció otra sonada conferencia en la Cámara de Comercio sobre «El Regionalismo», en la que abogaba por una conciencia regionalista para Andalucía oriental diciendo: «El regionalismo no es político. Su forma práctica es la descentralización administrativa, compatible con todas las formas de gobierno».


En su conferencia reflexionaba sobre la situación de Granada con estas palabras, que bien pueden resultar actuales cien años después: «La verdadera causa de nuestra decadencia sólo debe ser atribuida a la falta de amor al país nativo y a las cosas de la tierra (…) A los granadinos nos falta esa cohesión, ese espíritu de unidad, que hace posibles las más difíciles empresas y allana todos los obstáculos (…) No apreciamos en lo que vale lo que cerca tenemos. Padecemos la funesta manía del absentismo». Y también: «La centralización ha matado las energías regionales y en Andalucía ha hecho que lo esperemos todo del Estado (…) Los grandes males del centralismo son los Ministros, los diputados cuneros, que no encuentran en el mapa sus distritos y los caciques».



A finales del verano de 1904, Francisco se había ido a Málaga a pasar unas vacaciones con su madre, doña Manuela Lucena y su hermana Ángeles, cuando una repentina fiebre les obligó a regresar a Granada. Al parecer se trataba de una infección sin importancia que sin embargo empezó a agravarse, de tal modo que el 4 de Octubre moría en medio de una consternación general, que se puso de manifiesto sobre todo con ocasión de su multitudinario entierro, una impresionante expresión de duelo en la que podía verse a representantes de todos los sectores de la vida social granadina. Cuentan las crónicas de aquellos días que mientras el féretro, en carroza de caballos empenachados al estilo de la época iba ya por plaza Nueva, todavía había gente de la comitiva por Puerta Real.


La prensa madrileña, como «La época» y sobre todo «El Liberal» se hizo eco de una muerte tan prematura y también la de provincias como «El Radical», de Almería y «El Liberal» de Sevilla, destacando su defensa de los intereses regionales, de forma que durante los días siguientes se seguían recogiendo en el periódico las notas de condolencia que enviaban los que le conocieron y apreciaron, entre ellos el de José Canalejas, por la vía del jefe local del Partido Democrático, al que se encontraba vinculado.

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